A comienzos de 1980, Wes Craven tenía una idea vaga de lo que quería para su próxima película. Hablando con David B. Miller, maestro de los efectos especiales de maquillaje, le dijo que tenían que crear una criatura espantosa nunca vista en pantalla, con dientes afilados que debían salir de la mandíbula y cuyo interior del cráneo sería visible para el público. Miller lo miró y frenó, al menos en parte, las ideas del genial creador. Dos años más tarde se estrenaba uno de los mejores films de terror de la historia. Repleta de anécdotas durante el rodaje, hoy vamos a contar la historia detrás del efecto más icónico de Pesadilla en Elm Street.

La idea de la película no podía ser más certera para revolucionar el género (y de paso convertir el slasher en algo más que cine de segunda). Si quieres aterrorizar a la mente humana, ¿qué mejor que hacerlo en el único momento del día en el que estamos absolutamente solos? 

Para ello, Craven se inspiró en una serie de historias reales. Durante una entrevista en Cinema Fantastique, el creador explicó cómo creó al mítico personaje de Freddy Krueger. Ocurrió mientras buscaba ideas para un maníaco más primario de los que había presentado en trabajos anteriores:

Quería hacer algo que estuviera atado en lo más profundo de nuestro subconsciente. Yo tenía una trayectoria anterior en el mundo académico, así que había ciertas cosas que conocía.

Craven, quien había sido estudiante de psicología en la universidad John Hopkins, dijo que tomó algo de Freud y algo de Jung y lo metió en la coctelera junto a una serie de eventos reales que ocurrieron hace muchos años. El resultado fue ese monstruo que se esconde en el subconsciente de los adolescentes.

En la vida real, esos eventos de los que bebía la pesadilla de Wes Craven tomaron forma a finales de los 70, en lo que se ha denominado síndrome de muerte súbita inesperada, una patología extraña y cubierta de supersticiones. 

En cualquier caso, lo de menos era la fiabilidad o no de aquellos casos, Craven ya tenía el germen de la historia que quería contar.

Estreno de un clásico del género

Curiosamente, cuando terminó el guion tuvo muchas dificultades para venderlo. Los estudios se negaban a producir un proyecto que consideraban excesivo a la par que extraño y difícil de entender. Sin embargo, New Line Cinema vio potencial en la historia y dio luz verde al proyecto. No solo acertaron, A Nightmare on Elm Street fue un apabullante éxito de taquilla, un título generacional que a buen seguro supuso más de un despido entre quienes rechazaron el libreto de Craven.

El film está repleto de efectos prácticos innovadores. Desde los brazos alargados de Freddy hasta la mítica lengua que sale del teléfono, la obra utiliza los efectos para jugar perfectamente con la naturaleza surrealista de los sueños. Y en el centro de todo, la figura omnipresente de ese monstruo de las pesadillas interpretado magníficamente por Robert Englund.

El mismo actor explicó en una larga entrevista con The Guardian que Craven se lo presentó como el “padre bastardo de todos nosotros”. Se suponía que el personaje significaría la pérdida de la inocencia a medida que los adolescentes se convierten en adultos y se corrompen. Sobre su interpretación de la personificación del mal, Englund explicó lo siguiente:

Me inspiré en Nosferatu de Klaus Kinski, pero también en todos los monstruos que creó Lon Chaney. La forma en que Freddy siempre está de pie con las piernas separadas fue algo que le robé a James Cagney: una pose que significa puro poder. La gente se pregunta por qué Freddy tiene esa postura extraña con el hombro derecho encorvado, pero fue porque esa garra era tan grande que me pesaba. En cualquier caso, me gustó la forma en que me hacía parecer un vaquero sacando un arma.

Sabía que la garra de Freddy tenía que tener su propio carácter, una extensión del mal, pero también quería que fuera levemente erótica. Algunas personas decían que Freddy era un pervertido y pedófilo. Criticaron la forma en que lamí mis labios ante los adolescentes mientras los perseguía en sus sueños. Pero eso suponía olvidar que Freddy está invadiendo los sueños de la gente, algo muy privado e íntimo. Si alguien entra en tu subconsciente, es como si estuviera en tu cajón de ropa interior. Los adolescentes siempre piensan en sexo, por lo que Freddy era una extensión natural de eso.

En la misma entrevista, el actor contó que su escena favorita era aquella en la que Freddy arrastra a Tina por el techo, “filmamos algunas cosas realmente desagradables: hubo una toma particularmente inquietante de mí entre sus piernas que no pudimos pasar por la censura. Esa escena, más aquella en la que el personaje de Johnny Depp es tragado por mí en la cama y su sangre fluye hacia arriba, fueron filmadas atornillando las camas de los chicos al techo y filmándolas al revés”.

Así es, esa última escena que cuenta Englund con el bueno de Depp engullido de forma sangrienta quedó para la posteridad como la más icónica de toda la saga. Una escena y unos efectos cuya historia resultó fascinante y muy accidentada.

El efecto por accidente

La escena en cuestión tiene al personaje de Nancy (Heather Langenkamp), quien ha descubierto la verdad sobre esa presencia monstruosa que está aterrorizando a su vecindario: el espíritu de un asesino de niños, Fred Krueger, se venga de los hijos de sus asesinos atacándolos en sus sueños. Nancy levanta el teléfono y advierte a su escéptico novio, Glen (Johnny Depp): si duerme, va a morir. 

Ambos trazan un plan y Nancy se dispone a escaparse de su casa para encontrarse con Glen. Sin embargo, sus padres la han encerrado, por lo que llama a Glen para informarle. Sus padres contestan. Glen está dormido y no hablará con ella hasta mañana. Por si esto fuera poco, dejan el teléfono apagado. Chan Chan.

Entonces sí, comienza la icónica escena. Primero, vemos el cuerpo de Glen durmiendo apaciblemente para, instantes después, ver cómo es succionado a través de la cama. Se forma un agujero en el centro del colchón y se lo traga por completo junto a su televisor.

Segundos después, el espectador es sorprendido con el primer estallido de sangre, un violento chorreo desde el agujero que había succionado al adolescente. No solo eso, la sangre que vemos desafía la lógica y se acumula en el techo mientras Glen, ahora convertido en un géiser rojo sigue brotando. Finalmente, la sangre fluye de manera impredecible, como si la habitación estuviera en caída libre.

Qué grande Craven pero, ¿cómo demonios rodó la escena? 

Veamos primero el clip:

Para entenderlo debemos recuperar otra escena del film, la muerte de Tina Gray (Amanda Wyss). Tina es la primera víctima de Freddy. Mientras sueña, se encuentra con Krueger en un callejón. Comienza una persecución donde el monstruo acaba atrapando a Tina. Mientras, en el mundo de la vigilia, el novio de Tina, Rod (Nick Corri), observa impotente cómo la cortan y arrastran el cuerpo de Tina por la pared y el techo.

Veamos la escena:

El efecto del techo con el cuerpo arrastrándose se logró con una sala giratoria creada por el diseñador de efectos especiales Jim Doyle. En el documental Never Sleep Again: The Elm Street Legacy, Doyle explica que “Wes quería algo realmente grande y fantástico y disponible para la primera muerte… así que sugerí una sala giratoria“. 

Craven describió la habitación como una “situación peliaguda”, sin cables, sólo rotaciones que inducían vértigo y ataques de pánico, con todos los elementos clavados del set y el camarógrafo atado a un “asiento de avión” pegado a la pared. 

Wes Craven y Amanda Wyss durante el rodaje en la famosa escena de la habitación giratoria

De hecho, la habitación en sí no era mecánica. Se necesitaron varios miembros del equipo a cada lado del artilugio para voltear manualmente la habitación. En resumen, una auténtica pesadilla de rodar que cuando terminaron de filmarla, pensaron que no la volverían a ver.

Sin embargo, Craven decidió volver a la sala cuando llegó el momento de rodar la muerte de Glen. ¿El problema? El efecto de la sangre era complicado, pero todo se elevaba al cubo debido a que tenían una sola vez para hacerlo.

La sala giratoria.

Así, con todo dispuesto, la habitación se puso patas arriba y el equipo se preparó para el efecto. Se talló un agujero forrado con una sábana para la sangre en medio de la cama, con los miembros del set colocados “arriba” en el exterior de la habitación, listos para verter los litros de agua de color sangre. Recordamos una vez más, que aunque todo lo que había en la habitación estaba clavado en su lugar, la habitación en sí no era mecánica y el equipo tenía que sujetarla en su lugar desde ambos lados. 

Con la cama ahora colocada en la “parte superior” de la habitación, Craven, atado a una silla de cámara, dio inicio a la filmación.

¿Qué ocurrió? Tal y como contó el director de fotografía Jacques Haitkin en Never Sleep Again, cuando el equipo comenzó a verter el agua por el agujero “tan pronto como golpeó el techo y la luz, inmediatamente electrificó el agua. Dicho de otra forma, el tipo que lanzaba el agua se electrocutó”. 

Fue un momento “complicado”. La sangre comenzó a chapotear de un lado a otro en la habitación, y los miembros del rodaje en el exterior empezaron a perder el control de la escena. Debido al torrente de agua, la habitación se movió por el peso y se volcó por completo. El equipo se apartó de un salto mientras los cables y cuerdas cedían y salían disparados por todo el set. 

Como relató el propio Craven en el documental, el agua “entró en todas las luces y hubo enormes destellos en la oscuridad… estábamos girando en la oscuridad con todas estas chispas encendidas“. No solo eso. La pared tenía una ventana y, por supuesto, la sangre terminó derramándose sobre los operadores que intentaban desesperadamente recuperar el control de la habitación, la cual, finalmente, dejó de balancearse una vez que todo el líquido se había derramado.

La escena en ese momento: parte del equipo todavía unido a la estructura suspendida, boca abajo, durante unos 20 minutos en la oscuridad y cubiertos de sangre falsa. Craven permaneció atado a su silla, sin poder hacer nada más que filmar todo lo que había ocurrido.

Paradójicamente, fue una bendición. El director contó que, gracias a la serie de eventos desafortunados (el miembro del equipo electrocutado se recuperó sin problemas), la sangre no solo se acumuló en el techo. El líquido se deslizó y fluyó en ángulos que simplemente no tienen sentido desafiando a toda lógica y a la propia gravedad.

Como el mismo Craven recuerda en el documental, la sala giratoria fue una especie de “noria del infierno”, pero tuvieron la suerte de sufrir un accidente que filmó una escena imposible de realizar en una segunda toma.

Una respuesta a «Sangre, chispas y un electrocutado: cómo un desafortunado accidente se convirtió en la escena más icónica de Pesadilla en Elm Street»

  1. […] Ludd hemos hablado mucho de una clase de cine que ya no se hace. Nos referimos a esa labor que ahora la copa el mundo […]

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