En Ludd hemos hablado mucho de una clase de cine que ya no se hace. Nos referimos a esa labor que ahora la copa el mundo digital, pero que hasta hace no mucho, un grupo de artesanos y artistas elaboraban piezas únicas para mostrarnos la magia del cine, eso que se ha denominado efectos prácticos. En RoboCop se juntaron muchos de los mejores profesionales de la época. Por un lado, el director, Paul Verhoeven, dispuesto a llegar donde nadie lo había hecho antes. Por otro, el legendario director de maquillaje de efectos especiales, Rob Bottin. Ambos iban a mostrarnos una escena explosiva que iba a marcar el resto del film: la brutal muerte de Murphy antes de convertirse en RoboCop.
De hecho, Verhoeven contó tiempo después el germen de la escena. No podía tener otro destino el personaje de Murphy, ya que debía ganarse la simpatía del público, y como no había tiempo para desarrollar el personaje, debía morir de forma tan cruel y sádica que todos íbamos a empatizar con él. “¿Cómo podemos resucitar a Murphy como el todopoderoso RoboCop si no lo crucificamos primero?“, de esta frase mítica del genial director comenzó a esbozarse la impactante escena.
Con todo esto en mente, comenzaron a desarrollar la secuencia. Recordamos el momento, que se da cuando Murphy acorrala a dos de los miembros de la pandilla de Clarence en su escondite. Le dispara a uno y se mueve para arrestar al otro. Leon y Chan emergen y acorralan al protagonista. Clarence entra a la habitación y le pregunta a Murphy si es un “buen policía”. Clarence tira a Murphy al suelo y exige saber dónde está su compañera. Joe entra y dice haberla sacado. Clarence se ríe y continúa burlándose de Murphy hasta que finalmente apunta con su escopeta a la mano de Murphy y, literalmente, se la vuela. El resto de la pandilla se ríe de forma histérica mientras Murphy intenta escapar en shock.
Luego, abren fuego, le vuelan el resto del brazo derecho y lo acribillan mientras Murphy grita de agonía. Por último, Clarence dispara una última bala en la cabeza de Murphy y éste cae sin vida al suelo. La pandilla se va, riendo y burlándose de Murphy. Lewis entra a la habitación detrás de ellos y encuentra los restos de su compañero en un baño de sangre que dejó al público de la década de 1980 con la boca abierta.
Veamos la escena:
“Esta escena, para mí“, diría Paul Verhoeven en su pista de comentarios para RoboCop que se encuentra en el blu-ray, “fue como describir la pesadilla definitiva“. Desde la perspectiva del guión de Edward Neumeier y Michael Miner, la escena es increíblemente sencilla. En The Future of Law Enforcement del Blu-ray, Miner dice: “El matrimonio entre la corporación y la pandilla fue muy apropiado… y ofrece violencia tanto objetiva como subjetiva a la audiencia“. En lo que respecta a la pandilla, dice, “todos son muy cómicos, están dibujados de manera muy amplia“. Y desarrolla más:
Crear caricaturas tan crudas para que sirvan como villanos tan temprano en la película ayuda a dejar en claro que los malos son más que idiotas que hablan bruscamente y que a los buenos les espera algo más que un monólogo aburrido y expositivo. como podrían haber sugerido ciertos programas de dibujos animados. Elimina la alegría que a veces se asocia con estos personajes y establece lo que está en juego, no sólo para Murphy sino para la sociedad en general.
En Special Effects: Then and Now, el diseñador de producción William Sandell va más allá de las caracterizaciones y comenta cómo la “arquitectura brutal y fría” también sirvió para dar el tono. Aún así, a pesar de la naturaleza desagradable de la fábrica donde Murphy encuentra su fin, según Sandell, “no hay información [en pantalla] que no quieras ver“.
Pero como decíamos al inicio, detrás de toda esta apabullante secuencia hay un nombre propio. Más allá de la configuración y la estructura de la secuencia, es la ejecución práctica lo que realmente le da sentido. Para ello, los efectos fueron supervisados por el legendario Rob Bottin, quien invirtió una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y planificación para darle vida a la secuencia.
En la entrevista mencionada anteriormente, el guionista Michael Miner dice sobre la escena: “uno de los objetivos era arrancarle el cuerpo… perdiendo la mano, el disparo en la cabeza, queríamos comunicar a la audiencia que estaba muerto. Escribimos una descripción muy detallada de cómo la pandilla tortura y asesina a Murphy”. Según el productor John Davidson:
El piso se construyó alrededor de unos 2 metros para que los especialistas pudieran estar debajo del suelo operando con las manos. Rob [Bottin] construyó la parte superior del torso de Peter Weller que funcionaba con una bicicleta para que se levantara cuando pedaleaba o cuando el operador pedaleaba…
Artesanía de la vieja escuela
La escena se hizo al completo en una planta de ensamblaje de automóviles abandonada en Long Beach. Primero tomaron un molde de la mano y el brazo del actor Peter Weller (Murphy) en alginato. Luego moldearon la mano en fibra de vidrio y la dividieron en tres secciones. Cada sección encajaba en uno de los tres tubos dentro de la mano, desde donde podían bombear sangre falsa y aire comprimido.
Al parecer, se hizo de esta manera porque la cabeza de Weller estaba colocada tan cerca de su mano que se consideró que sería demasiado peligroso usar un petardo para volarle la mano. Además, con aire comprimido podrían hacerlo una y otra vez. Esa mano era tan dura y estaba en una posición tan segura que explotaría en un patrón exacto, también podrían volver a armarlo todo, hacerlo explotar nuevamente y los dedos se dispararían exactamente en la misma dirección.
Para el rodaje real, rellenaron el interior de la mano con tripas de espuma de látex y le bombearon sangre. Además, como toque “extra”, había un muñón de látex de espuma escondido en el interior que era visible una vez que los dedos volaban. Como explicaba Miner, los miembros del equipo de Bottin colocaron un piso falso a unos dos metros del suelo y perforaron un agujero en el escenario para que el brazo y la mano reales del actor pudieran deslizarse debajo del piso y ocultarse de la vista.
Luego, se sujetó con velcro al hombro de Weller un brazo de poliestireno disfrazado con un uniforme de policía. A su vez, la mano de fibra de vidrio estaba unida dentro de la manga al brazo falso. Debajo de la mano había un soporte de aluminio atornillado a la parte superior del falso suelo.
Este aparato ortopédico, que soportaba tanto la mano como la espuma, tenía bisagras en el codo. Una sección también discurría por debajo del suelo falso, lo que permitía a un experto del equipo de Bottin oculto manipular la mano y el brazo fuera del alcance de la cámara. También se necesitaron otros dos miembros, uno para operar los controles de aire comprimido, y otro para expulsar la sangre del escenario mediante una bomba manual.
Nada se dejó al azar. Incluso para el momento donde Murphy es acribillado por toda la banda, pegaron con cinta adhesiva pequeñas cantidades de talco para bebés sobre Weller, todo con la idea de sugerir la fragmentación de su armadura corporal. Luego, en otra escena eliminada para evitar la clasificación X, el brazo derecho de Murphy salió volando para revelar un espantoso muñón sangrante.
Por cierto, para la escena del disparo final por parte del jefe de la banda, Clarence, aunque dura menos de un segundo, el disparo en la cabeza tenía originalmente un efecto más largo y visceral, uno que también fue víctima del sistema de clasificación de la época. En la versión de los cines la longitud se redujo a unos seis fotogramas. Paul Verhoeven no sólo había preparado un “bonito” travelling para cubrir la acción, sino que Bottin había construido un títere o muñeco de lo más elaborado de Peter Weller para la secuencia.
Y es que la censura fue muy estricta con el film de Verhoeven. Como explicaba el coguionista de la película original, Ed Neumeier, en una entrevista a Vice hace unos años:
Lo interesante de la película es que obtuvimos una clasificación X ocho veces y finalmente tuvimos que cortar una escena que ni siquiera pensé que se viera particularmente bien. Fue cuando a Robocop, aunque todavía completamente humano como Murphy, le volaron el brazo en la fábrica de acero. Se hizo con un cable tirando del brazo mientras le disparaban y pensé que se veía terriblemente cursi, pero fue esa escena la que la redujo lo suficiente como para obtener una calificación R. Esa escena realmente asustó. La última vez que lo vimos, mi esposa vomitó.
Afortunadamente, todo el metraje original se pudo ver en el montaje del director que se lanzó años después.