Hay muy pocas películas que jueguen entre lo fantástico y el terror, pasando por la ciencia ficción, y no acaben en tierra de nadie. En realidad, lo que supongo que quiero decir es que hay muy pocas películas como The Thing (La Cosa), la obra maestra de John Carpenter a la que casi es mejor dejar de lado las etiquetas sobre su género. El film está repleto de escenas imborrables, aunque una, por motivos más que obvios, dio mucho que hablar entre los amantes del cine.

Esta es la historia de cómo se llevó a cabo.

Han pasado más de 40 años desde que se estrenara en 1982 una de las obras clave de la ciencia ficción y el terror, tiempo suficiente para que sepamos todo, o casi todo, acerca del rodaje y filmación de la obra. Curiosamente, y a pesar de ser aclamada ahora como un clásico de culto, la película fue ampliamente criticada en su estreno por ser demasiado oscura y sangrienta. Además, se suele sugerir el bajo rendimiento de la película en taquilla al éxito en paralelo de E.T., que se estrenó ese mismo verano y ofreció una visión más esperanzadora de las visitas extraterrestres a nuestro planeta.

Carpenter contaba el año pasado algo que quizás había pasado desapercibido por el gran público: si sentimos el frío gélido de los protagonistas es porque, en realidad, la filmación de La Cosa se desarrolló en un glaciar real.

Al parecer, para darle vida al frío escenario de la película, el director filmó partes en decorados refrigerados y en glaciares reales de todo el mundo. Lo contó en una extensa entrevista en Variety con motivo de una retrospectiva de su carrera. El legendario director recordó el trabajo de su vida, incluido cómo fue filmar The Thing en esos glaciares (además de un campo sobre el glaciar Mendenhall y un decorado en la Columbia Británica, que fue construido sobre un glaciar). Según el genial director:

Fue difícil. Pero era mi primera película de estudio y fue bastante genial. Te dan muchas cosas que no tenías como cineasta independiente. Era simplemente increíble, y el estudio fue muy amable conmigo durante todo el rodaje. Tuvimos una segunda unidad que subió al campo de glaciares sobre el glaciar Mendenhall. Filmamos durante un par de semanas allí y obtuvimos excelentes imágenes, volvimos a los estudios de sonido y trabajamos allí. Luego fuimos a nuestro set en Columbia Británica, que estaba construido sobre un glaciar, y construimos un set para poder volarlo y quemarlo, algo extremadamente frío y duro.

Era una mina activa, así que íbamos en autobús por las mañanas y nos decían: “Apártate”. Tendríamos que parar el autobús porque aquí venían los camiones y no paraban, rugiendo colina abajo. La tripulación permaneció en una barcaza que había llegado al puerto allí. Yo, los actores y productores nos estábamos quedando en este hotel de la ciudad. Y vaya: actores en una locación sin nada que hacer un sábado por la noche, es una situación peligrosa. Pero esto fue en Stuart, Columbia Británica, y estaba cerca de Hyder, Alaska. Estaba justo ahí en la frontera. Recuerdo que era un pueblo donde habían echado al sheriff y quemado la estación de policía, por lo que todo fue completamente salvaje allí. Era un lugar bastante agradable, pero sucedieron muchas cosas que no puedo discutir contigo aquí ahora.

El largometraje contaba con unos efectos que jugaban en otra liga hace más de 40 años, y hoy siguen siendo alucinantes, ya que esa artesanía casi no existe en el séptimo arte, dando paso en su gran mayoría a la digitalización de la composición de los FX.

Por eso, la historia de cómo se rodó la escena más impactante es un perfecto recuerdo de otra forma de hacer cine, una de hace no tanto.

Cómo se rodó la escena más recordada de La Cosa

Imagen: Universal

Basada en la novela corta de John W. Campbell Jr. Who Goes There?, la película sigue a un equipo de investigación en la Antártida en cuya base se ha infiltrado una criatura alienígena que cambia de forma, lo que provoca lo mejor de la obra: paranoia y muchos conflictos entre el grupo de protagonistas. 

La Cosa hoy está en el lugar que se merece, una obra maestra cuyos efectos especiales “prácticos” siguen estando más que vigentes, pero para hablar de la escena más sorprendente hay que resaltar de la figura de Rob Bottin, quien anteriormente colaboró con Carpenter en The Fog. Allí se le encomendó la tarea de crear una serie de diseños de maquillaje, incluido el fantasma con cabeza de gusano que ataca a la entonces esposa de Carpenter, Adrianne Barbeau, en el techo de la torre.

Tras hacerse un nombre en The Howling, de Joe Dante, el joven artista (entonces con tan solo 22 años) fue contratado como supervisor de efectos especiales de maquillaje para The Thing.

En mitad de la producción, al hombre se le asigna la tarea de coordinar un ejército de treinta y cinco artistas y técnicos. Mientras que la fotografía principal tomó únicamente tres meses y medio, rodar los efectos de La Cosa llevó más de un año, tiempo durante el cual Bottin, literalmente, vivió y trabajó en el set de Universal. 

Bottin esculpiendo en el set de La Cosa.
Foto: Universal

¿La razón? La demanda de Bottin era colosal, y estaba comprometido a darle vida al monstruo que podía parecerse a cualquier cosa en la galaxia y nunca aparecería igual dos veces (suya fue la sugerencia a Carpenter). Un dato muy a tener en cuenta: la asombrosa carga de trabajo, que él mismo siempre admitió haber aceptado de buen grado, le llevó a estar hospitalizado al final del rodaje por agotamiento agudo, doble neumonía y una úlcera sangrante. Esto es, literalmente, amor al arte, y el resultado se lo agradecemos los fans de por vida.

Vayamos con la escena en cuestión de The Thing, la “secuencia de Norris” (Charles Hallahan). Ocurre durante el enfrentamiento del grupo con MacReady (Kurt Russell). Norris, el geólogo de la estación, se desploma y se lo llevan de urgencia a la sala de emergencias del puesto. Pero no es un ataque al corazón. Qué demonios, ni siquiera parece Norris.

Aparece el doctor Copper (Richard Dysart) bajando el desfibrilador, el pecho de Norris se abre de golpe. Los brazos de Copper caen hacia adentro y la cavidad se aferra a los antebrazos extendidos del médico como si se tratara de una trampa mortal. Le arranca los brazos y el “momento Alien” aparece en escena, cuando una masa acechante surge del abdomen de Norris y, con el lanzallamas preparado, MacReady incinera aquella putrefacta abominación. 

Por supuesto, no estamos en el final de la película, y la siempre inteligente criatura, en este caso su cabeza, se escapa estirándose y gimiendo, arrancándose de sus propios hombros y cayendo al suelo. Todo da muchísimo asco y pavor, pero Carpenter nos vuelve a recordar en esa secuencia que el objetivo de la criatura es el mismo que el de los ocupantes humanos del puesto avanzado 31: sobrevivir. En este caso, eso significa ponerse a salvo con un movimiento de lengua de látigo, hacer crecer una especie de patas de cangrejo y escabullirse hacia la puerta. “Tienes que estar bromeando”, se oye decir a Palmer (David Clennon).

Recuerdo perfectamente donde me encontraba cuando vi por primera vez la escena, una cadena de eventos asombrosa, incluso después de verla repetida muchas veces. Era imposible cerrar la boca ante la consecución de eventos y fauces repentinas, abiertas (y con dientes). Esa masa intestinal de un apéndice cubierta de película blanca era, junto a la escena de Scott en la Alien original y el “parto espacial” más mítico de la historia del cine, un antes y un después en el cine.

¿Cómo demonios lo hizo Bottin y su equipo? ¿Qué clase de brujería había detrás?

Veamos la secuencia entera:

La respuesta corta a la gran pregunta dice mucho del trabajo artesanal de Bottin, porque lo que vemos no tiene nada de CGI, lo que vemos es una mezcla de títeres operados manualmente y controlados a distancia, fotografía inversa, explosivos y un cuerpo hidráulico de fibra de vidrio. Incluso chicle.

Artesanía e ingenio

Bottin contó hace unos años que la mayor parte de la secuencia del “mordisco en el pecho” se filmó en un escenario insertado después de terminar la fotografía principal. Dicho de otra forma, en cierto sentido, el pecho de Norris realmente se abrió y le arrancó los brazos a Copper. 

Como se detallaba en el documental The Thing: Terror Takes Shape, Hallahan pasó diez días sentado para moldear su rostro y su cuerpo. El día del rodaje, después de ocho horas de maquillaje, se colocó dentro de la mesa de operaciones con los brazos, los hombros y la cabeza expuestos y mezclados con el torso mecánico de fibra de vidrio/espuma de látex. En cuanto al “mordisco” que aparece en la película, en realidad es la segunda toma del truco (al parecer, la primera produjo una fuente de sangre que disgustó a Carpenter).

¿Cómo se hizo? El efecto de mordisco en el pecho se logró con un mecanismo hidráulico que abría y cerraba la cavidad, hundiendo “dientes” acrílicos afilados en dos réplicas de brazos hechos de gelatina y tubos de sangre (para carne), todos sostenidos por aparatos ortopédicos de cera (para huesos). El actor John Carone, doblemente amputado en la escena (luciendo una máscara del actor Richard Dysart), actuó como suplente, retirando las extremidades postizas y proporcionando una toma de reacción ciertamente increíble.

En cuanto a esos tentáculos que parecen estar dando latigazos desde el interior de la cabeza, se movían desde debajo de la mesa por un operador, arrastrándose hasta que pequeñas cargas explosivas enviaban un géiser formado por una mezcla de gelatina elevándose hacia el cielo. 

Luego se revela la criatura, que no es otra cosa que una marioneta suspendida operada por cables desde arriba. El equipo supervisó la construcción de seis cabezas diferentes, cada una con su propia gama de expresiones controladas por radio. Las cabezas se maniobraron a través de un agujero en el falso techo, ocultas mediante la colocación de la cámara.

Al parecer, el efecto donde Norris (La Cosa) se separa de su cuerpo tomó meses de pruebas antes de que Bottin lo considerara listo para la pantalla. Se esculpieron y construyeron media docena de cabezas de Norris diferentes. Si bien la mayoría de las expresiones faciales se controlaron por radio, el movimiento ocular se operó por cable. Un titiritero colocado debajo de la mesa podía mover la cabeza de un lado a otro y controlar la boca, que a su vez se aumentaba con expresiones faciales adicionales que se controlaban a distancia. El efecto de estiramiento del cuello se logró con un eje de acero operado manualmente, oculto dentro de las entrañas verdes y fibrosas del propio cuello, y empujado por un operador fuera de cámara. Alucinante.

Imagen: Universal.

En el documental también daban una serie de pistas sobre los ingredientes para todos aquellos que quisieran simular la impresionante escena. Desde mermelada hasta crema de maíz o mayonesa. Incluso chicle, ya que ese fue el material principal para el momento “alargamiento” de cuello: chicle y plástico derretido.

Por cierto, en este punto conviene aclarar que nadie intente quemar plástico por su cuenta sin asesoramiento. Como explicaron hace unos años, los vapores del plástico calentado son muy inflamables. Cuando MacReady acaba de incendiar a Norris (La Cosa) con un lanzallamas, se instaló una barra de fuego (un tubo hueco y perforado al que se le suministra gas), pero el técnico de efectos tuvo dificultades para encenderla. 

¿Qué ocurrió? Cuando la barra finalmente se encendió, la mesa de operaciones estaba nadando con vapores de butano y plástico derretido, y una bola de fuego envolvió la marioneta que había requerido meses de construcción. Afortunadamente, el efecto sufrió daños mínimos y nadie resultó gravemente herido.

Por último, la especie de araña del espacio exterior era una combinación de un cabezal mecánico para primeros planos y un dispositivo controlado por radio para que pareciera que se movía en tomas largas.

En definitiva, un gran número de elementos que combinaron a la perfección para crear una de las secuencias de efectos sin CGI más asombrosas de todos los tiempos. 

4 respuestas a «La historia de ingenio y artesanía para lograr la escena más inolvidable de La Cosa: el mordisco en el pecho»

  1. […] Blade Runner se estrenó el mismo año que esa otra maravilla del género que fue The Thing, y aunque ni Carpenter ni Scott han revelado jamás haber hablado sobre ello, en ambas producciones […]

  2. […] un precedente para efectos prácticos del género de los años 80, obras maestras y clásicos como The Thing, imposibles de entender sin […]

  3. […] un poco antes de lo esperado, y el legado de la dramática muerte del villano. Era otra época y otra forma de hacer cine. Entonces posiblemente se justificaba el truco, hoy sería francamente […]

  4. […] nadie lo había hecho antes. Por otro, el legendario director de maquillaje de efectos especiales, Rob Bottin. Ambos iban a mostrarnos una escena explosiva que iba a marcar el resto del film: la brutal muerte […]

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