Pocas veces hemos sido capaces de adivinar como era el día a día de un adolescente en la Mesopotamia del siglo XVIII a. C. Por eso, la misiva encontrada hace un tiempo en el norte de Irak y escrita por el estudiante Iddin-Sin a su madre Zinû ofrece un fragmento de la vida asombroso. Si se quiere también, advierte que algunos de los problemas de la adolescencia no cambian con el paso del tiempo. Ni siquiera cuando hablamos de una diferencia de 4.000 años. Este fue el contenido del histórico mensaje. 

Antes de transcribir el contenido de la carta, vamos a situarnos en perspectiva sobre el momento de la historia. Se escribió en el Antiguo Imperio Babilónico en el siglo XVIII a.C., alrededor de la época del reinado de Hammurabi (c. 1792-1750 a.C.). Al parecer, Iddin-Sin y su madre eran miembros de la clase alta de la ciudad de Larsa. A su vez, hijo y esposa, respectivamente, de Shamash-hazir, un alto funcionario de la administración de la ciudad bajo Hammurabi. 

Texto acadio de la carta.
Imagen: Dominio Público.

Cuentan los historiadores que era costumbre durante esta época que no sólo los niños que deseaban convertirse en sacerdotes o escribas, sino también los hijos de funcionarios públicos, asistieran a internados donde podían estudiar escritura cuneiforme y literatura. 

Esta dato no es baladí, ya que, como veremos a continuación, en la carta se da poco contexto y no está claro por qué Iddin-Sin vivía fuera de casa, pero es más que posible que sea un estudiante de ese tipo.

En cuanto a la misiva, parece que Iddin-Sin estaba preocupado por la calidad de su ropa frente a la de sus amigos. Algo con lo que se siguen identificando los más jóvenes con el paso de los siglos. Además, también deja entrever conflictos tan actuales como su estatus, de hecho, y como decíamos, venía de una familia más que acomodada. La carta también nos indica que aunque estaba fuera de casa, su madre todavía le proporcionaba ropa.

Veamos, ahora sí, el contenido del famoso envío:

Que los dioses Shamash, Marduk e Ilabrat os mantengan para siempre con buena salud por mi bien. De año en año, la ropa de los jóvenes caballeros de aquí mejora, pero tú dejas que mi ropa empeore año tras año. De hecho, persististe en hacer mis vestidos más pobres y escasos. En un tiempo en que en nuestra casa la lana se consume como el pan, tú me has hecho ropa pobre. El hijo de Adad-iddinam, cuyo padre es sólo un asistente de mi padre, tiene dos conjuntos de ropa nuevos, mientras que tú te preocupas por un solo conjunto de ropa para mí. ¡A pesar de que tú me trajiste al mundo y su madre sólo lo adoptó, su madre lo ama, mientras que tú, no me amas!

Una carta del rey babilónico Hammurabi al padre de Iddin-Sin, Shamash-hazir.
Foto: Dominio Público.

Como vemos, al necesitar ropa nueva, Iddin-Sin trata de hacer sentir mal a su madre, que estaba a cargo del presupuesto del hogar, para que se sintiera culpable por no enviarle ropa nueva. 

Según los historiadores, dado el momento de la historia en que se redactó, probablemente Zinu hizo la ropa de Iddin-Sin desde cero. La madre contaba con la lana en casa y debía hilarla, tejerla, teñirla y confeccionarla, proceso que podía llevar tres meses para prendas de calidad regular y hasta un año entero para prendas de mejor calidad.

Probablemente también, Zinu compró ella misma la lana en un mercado local, donde los pastores la vendían. Iddin-Sin se dirigió a su madre porque el hilado y el tejido en Mesopotamia lo hacían generalmente las mujeres, aunque hay excepciones.

Por último, no está claro si el joven escribió la carta en la tabla él mismo o se la dictó a un escriba. La apertura estándar “Iddin-Sin envía el siguiente mensaje” sugiere un dictado, pero la escritura utilizada en la carta es algo torpe, y el lenguaje utilizado muestra, según los expertos, “errores esperados de un escritor inexperto y tal vez un discurso coloquial“.

La carta y su texto se publicaron por primera vez en 1934 por el arqueólogo belga Georges Dossin. En la actualidad se conserva en el Louvre de París.

2 respuestas a «Carta babilónica de un estudiante a su madre para quejarse de su ropa hace 4.000 años»

  1. Adolescentes…

  2. […] somos tan diferentes como creemos de civilizaciones que estuvieron en el planeta hace 4.000 años. Por tanto, en la Antigua Roma casi podríamos decir que somos primos-hermanos, tanto para la bueno […]

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