Año 1964. Se presenta en la Feria Mundial de Nueva York un pequeño cortometraje que encumbra a su autor por el uso de una técnica innovadora tras la cámara para representar el espacio como nunca antes se había hecho. El autor, un joven de 23 años que responde al nombre de Douglas Trumbull, todavía no lo sabía, pero su pieza lo iba a llevar a rodar el final de la gran obra de la ciencia ficción del séptimo arte.

El corto del que hablamos se titulaba To the Moon and Beyond, y lo que dejó boquiabierto a toda la plana de realizadores que se congregaron en el certamen fue la técnica experimental que utilizó el joven Trumbull para representar el espacio. No sabemos si en aquella feria se encontraba Kubrick, pero lo que sí se sabe con certeza es que el cortometraje llegó a manos del legendario director, quién apuntó el nombre del autor.

Años después, se estrenaba en los cines 2001: A Space Odyssey. Mucha gente suele decir que deberíamos leer los libros antes que las películas en las que se basan, pero no es el caso de 2001. Tanto libro como película se hicieron a la vez, y tanto Kubrick como Clarke comentaron posteriormente que se trata de obras complementarias que incluso no tienen por qué interpretarse igual.

Además, 2001, la película, ofrece un final cuyo primer visionado es posible que no te lleve a ningún sitio. En cambio, la posterior lectura de la novela aclara o explica mucho más al lugar donde nos quería llevar Kubrick con esa especie de viaje lisérgico que ahora vamos a explicar.

A partir de aquí destripamos el final de la película, así que estás avisado.

El portal lisérgico

En el acto final de la peli solo queda con vida el Dr. David Bowman (Keir Dullea). La IA ha matado a sus compañeros de tripulación. Y con HAL 9000 desconectado, Bowman está solo. Sin motivo claro, abandona su nave. Este punto está abierto a las especulaciones. Es posible que hubiera visto el enorme monolito flotante que orbitaba alrededor de Júpiter y salió a recuperarlo. O tal vez, en un acto final de “ira”, la IA lo saboteó, volviéndolo inhóspito. 

Sea como fuere, cuando Bowman se aventura hacia lo desconocido, los planetas literalmente se alinean. El vacío estrellado se extiende antes de que el asombrado doctor estalle en un caleidoscopio de colores. A partir de aquí, psicodelia. Se lanza a través del túnel iluminado, deformándose a través del tiempo y el espacio mismo. A medida que las luces se aceleran, el asombro de Bowman se convierte en un viaje de pánico absoluto.

Veamos la escena:

Era el año 1968 cuando se estrenaba tremenda escena, pero aún hoy, sigue impactando. De hecho, no existe ningún precedente en el mundo real para ese tránsito a otra dimensión. Por eso, la escena del portal en 2001 sigue siendo uno de los efectos más impactantes, desconcertantes y, como veremos a continuación, más imaginativos que existen.

Recordemos, toda 2001 fue rodada antes de la era pre-digital.

¿Cómo diablos la rodaron?

Contaba Michael Benson en su libro Space Odyssey: Stanley Kubrick, Arthur C. Clarke, and the Making of a Masterpiece, que el proceso creativo inicial que condujo a la secuencia del portal “espacio-tiempo” fue, en palabras de la propia esposa del director, Christiane Kubrick, “absolutamente asqueroso”. ¿La razón? En 1965, el rodaje de 2001 se desplazó a una fábrica de sujetadores abandonada llena de cubas de productos químicos en el Upper West Side de Nueva York.

Kubrick no se había vuelto loco, ni mucho menos. La idea que le llevó hasta allí fue para rodar algunas tomas preliminares de prueba. El director alquiló la fábrica de sujetadores y la convirtió en un laboratorio químico. El equipo instaló tanques de tinta negra y acetato de isoamilo, un diluyente de pintura nocivo de la época de la Segunda Guerra Mundial. Luego, rodeó los tanques con luces de película de alta intensidad.

La idea: al verter tinta en los tanques llenos de pintura, podía filmar (en reversa) el flujo de la tinta usando velocidades de cámara alta. Luego, los técnicos arrojaron gotas de pintura blanca y laca con palillos de dientes. Al reaccionar con lo más delgado, las burbujas produjeron formas que imitaban eventos cósmicos masivos. De hecho, algunas de estas imágenes llegaron a la secuencia final del portal y así fue como capturó los “zarcillos galácticos que fluyen hacia el espacio cósmico”, como él mismo indicó.

Pero Kubrick buscaba más para una escena que resultaría esencial en la obra. Cuando llegó a la parte que debía enviar a Bowman al agujero de gusano, “quería que la cámara atravesara algo”. Fue entonces cuando recordó el nombre del joven director del corto de 1964. Kubrick llamó a Trumbull para interesarse por la técnica que había elaborado en su pieza.

Así fue como el genial director conoció la técnica del slit-scan, un “truco” que permite utilizar la cámara a través de barridos horizontales o verticales (en vez de una captura del fotograma completo). Como su nombre indica, de lo que se trata es de capturar imágenes exponiendo a través de una abertura que se desplaza de un lado al otro del material sensible. Lo que obtenemos es una instantánea fija capturada a través del tiempo, y la dirección en la que se desplaza la abertura indica qué ha sucedido “antes y después”.

Se piensa que uno de sus primeros usos fue para la fotografía panorámica, pero cuando hablamos de imagen en movimiento, la pieza que rodaron Kubrick y Trumbull fue simplemente histórica en su concepto.

Imagen: 2001

Cuando Trumbull le contó al director lo que tenía pensando para llevar a cabo la escena del portal, Kubrick decidió darle plenos poderes contratándole como supervisor de los efectos especiales de la película. Finalmente, la secuencia se rodó con el uso de una plataforma que combinaba elementos de animación stop-motion y slit-scan.

Trumbull montó una cámara de larga exposición en una pista que apuntaba directamente hacia una hoja enmascarada en negro con la excepción de una delgada rendija. Según explicaba la revista Cinefex, la construcción final consistió en un rectángulo giratorio de chapa de metal de 1,8 metros de alto con una abertura estrecha cortada en él. Dicha hoja se encontraba frente a un panel de cristal mecanizado de cuatro metros de largo. A su vez, este panel estaba retroiluminado y fijado con diversos materiales transmisores de luz, en particular transparencias y geles de celuloide. 

Imagen: Glenn Marshall

Como explicó al medio el propio Trumbull:

La habitación estaba pintada totalmente de negro. Construimos nuestra rendija con una fuente de luz directamente detrás de ella. Luego construimos una pista que conducía a la rendija y montamos en ella una cámara de 65 mm con un obturador que podía permanecer abierto en un fotograma de la película. Para modular la iluminación que entraba por la rendija, utilizamos transparencias negativas de alto contraste que se deslizaban detrás de la rendija a medida que la cámara se movía hacia ella. Al hacer que esta obra de arte se moviera detrás de la rendija, retroiluminada, pudimos encender y apagar la luz de manera efectiva. Mientras lo hacíamos, movimos la cámara a lo largo de 4 metros de pista hacia la rendija: 4 metros completos para cada exposición. Tomó entre cuarenta y cinco segundos y un minuto por exposición, y cada fotograma se componía de dos exposiciones.

En el canal Filmmaker IQ lo explican con algunas animaciones de forma muy didáctica. Por cierto, un conjunto de imágenes reales manipuladas de Escocia y Monument Valley conforman los paisajes de colores extraños que concluyen la legendaria secuencia:

En la entrevista, Trumbull también revela que la cámara era automática y, al parecer, incluía un sistema de frenos que evitaba que atravesara el plano de cristal. Un pequeño motor acelerador aumentaba gradualmente la velocidad del portal a lo largo de la secuencia. “A menudo, la cámara funcionaba durante treinta y seis horas seguidas para filmar una toma. En total, pasamos al menos seis meses trabajando en las imágenes de slit-scan”.

Lo que el equipo de Kubrick y Trumbull logró fue prácticamente magia: disponer una cámara al revés, exteriorizando el obturador como una rendija física en el mundo real. Al seguir la cámara hacia la fuente de luz con una exposición prolongada, los rayos de luz resultantes parecen moverse hacia la cámara desde un solo punto.

Alucinante, ya que, de alguna forma también (y supongo que tratándose de Kubrick, nada se dejó al azar), todo lo que tiene que ver con la fotografía de slit-scan que modifica el tiempo y el espacio reflejan la propia experiencia en pantalla de Bowman mientras se lanza a través del portal estelar.

Deja un comentario

historias destacadas

Descubre más desde LUDD

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo