Seguramente ya hayas visto algún vídeo así. Un individuo aplica la llama de un soplete a los asientos muy deteriorados de un estadio de fútbol, y estos recobran el color y el brillo como por arte de magia. ¿Realmente funciona? ¿Qué hace falta para poner en marcha este espectacular truco de restauración? ¿Hay algún inconveniente a tener en cuenta? Vayamos por partes.

El pulido a llama o Flame Polishing

La respuesta a la primera pregunta es sí. Se puede devolver parte del brillo perdido a unos asientos de estadio usando una llama. De hecho, y si has buceado un poco en el tema habrás visto que hasta hay gente que usa esa técnica sobre mobiliario de jardín y hasta piezas de automóvil (de las que están sin pintar, como algunos parachoques o piezas de plástico negro. No se te ocurra intentar esto sobre una pieza pintada).

Por supuesto, hay un pero, o más bien varios. El primero es bastante fácil de deducir, y es que necesitas cierto nivel de habilidad manejando la llama del soplete o corres el riesgo de fundir la pieza y deformarla hasta dejarla inutilizable.

El segundo inconveniente es que, para que salga bien, no sirve cualquier soplete. Los sopletes que queman combustible como los sopletes de oxígeno-acetileno, de butano o de propano no están recomendados para esta tarea porque la llama genera residuos químicos por efecto de la combustión que pueden provocar daños en el plástico. Lo ideal es un soplete de oxígeno-hidrógeno, que de hecho es el tipo que se utiliza para pulir acrílico. Resulta que el acrílico (ese plástico transparente que a veces llamamos metacrilato o plexiglass) es el material original sobre el que se usa la técnica del pulido a llama.

En algunos vídeos también verás que en lugar de un soplete hay personas que usan una pistola de aire caliente. Puede funcionar, pero las pistolas de aire caliente generan mucho menos calor que la llama de un soplete (una pistola de aire típica suele alcanzar los 500 o 750 grados Celsius frente a los 1.500-2.000 grados de un soplete de butano). Esto significa que vas a tener que aplicar el calor por más tiempo y eso puede recalentar demasiado la pieza entera (no solo su superficie) y deformarla.

Un proceso de renovación que no restaura

El principal problema del pulido a llama es que no es para nada una técnica de restauración. En otras palabras, aplicar una llama sobre el plástico logra que el color original aparezca de nuevo, sí, pero para ello somete al material a un desgaste adicional muy intenso que a la larga es contraproducente para su vida útil. Vamos, que lo que estás haciendo es desgastar aún más el plástico.

Dos momentos de la renovación de una silla de jardín usando fuego. Foto: YouTube

Para entender esto primero hay que entender por qué algunos plásticos van desarrollando una capa blanca en primer lugar. La respuesta la podemos encontrar en este estupendo artículo publicado en el blog de Daplast, una compañía especializada precisamente en la fabricación de asientos para estadios.

Tanto los asientos de estadio de fútbol como los muebles de jardín o algunas piezas de automóvil están fabricadas en diferentes variantes de plástico llamadas polipropilenos. Estos plásticos son extremadamente resistentes al desgaste físico o al agua, pero tienen un punto débil: el Sol.

La radiación ultravioleta del sol ataca las capas superficiales del plástico, provocando que vaya perdiendo el brillo y tonalidad iniciales hasta tener una apariencia blanquecina y áspera al tácto. Este proceso es inevitable, y depende mucho de la intensidad de la radiación solar. En algunas zonas cercanas al Ecuador bastan unos pocos meses para que el Sol se coma el plástico de un mueble de jardín. En zonas con radiación solar menos directa, el material puede aguantar más tiempo, a veces incluso años.

Normalmente, los fabricantes tratan de frenar el proceso añadiendo al plástico sustancias que protegen el material de los rayos UV. No hay ningún aditivo que detenga totalmente el proceso, pero si puede frenarse hasta cierto punto.

Y aquí es donde llega el pulido a llama. Lo que el pulido a llama hace es sublimar las capas exteriores del plástico y reblandecer parcialmente las que hay debajo. El plástico recupera el color y al enfriarse vuelve a tener una apariencia uniforme y suave al tacto. El problema es que las capas internas del plástico que ahora quedan expuestas al sol no tienen protección contra la radiación UV.

A resultas de ello, el plástico renovado usando fuego no solo puede ser más quebradizo, sino que encima se degrada aún más rápido bajo el Sol. A la larga, pulir plásticos con fuego es un proceso que acelera la degradación general del material. Puede que sea una solución para hacer que un asiento viejo se vea un poco mejor durante un tiempo, pero tenemos que tener claro que vamos a tener que cambiarlo más temprano que tarde. En definitiva, cuando veas uno de esos vídeos titulados “Restaurar plástco con fuego. ¡Funciona!” añade mentalmente la coletilla “por un tiempo” e irás más sobre seguro.

3 respuestas a «¿Restaurar plásticos usando fuego? La verdad tras esos vídeos virales»

  1. Bueno, según el estudio mencionado, en México la tenemos complicada: https://daplast.com/en/how-to-restore-faded-stadium-seats/

  2. En pocas palabras: “se va a ver como nuevo pero acabas de acortar la vida del artículo de plástico a la mitad” ¬¬

  3. […] ¿Restaurar plásticos usando fuego? La verdad tras esos vídeos virales: “Se puede devolver parte del brillo perdido a unos asientos de estadio usando una llama. De hecho, y si has buceado un poco en el tema habrás visto que hasta hay gente que usa esa técnica sobre mobiliario de jardín y hasta piezas de automóvil (de las que están sin pintar, como algunos parachoques o piezas de plástico negro. No se te ocurra intentar esto sobre una pieza pintada). Por supuesto, hay un pero, o más bien varios.” […]

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