Es difícil decir exactamente cuál será ese momento, pero llegará un punto en el que no será necesario ningún trabajo, la IA podrá hacerlo todo. El ritmo del cambio tecnológico está generando un desafío social masivo. Y creo que, en última instancia, debemos tener algún tipo de renta básica universal. No creo que tengamos otra opción”. Estas palabras las dijo alguien que no tiene que mirar la cuenta corriente a final de mes. Fue Elon Musk hace unas semanas debatiendo sobre los efectos colaterales de los robots y la inteligencia artificial. Lo cierto es que en el planeta se han dado un buen número de programas de renta básica con las que medir su efecto. Estos han sido sus resultados.

La idea, o mejor dicho, el concepto de que un gobierno deba dar a cada ciudadano una especie de inyección regular de dinero “gratis” y sin condiciones, no es nueva. De hecho, si retrocedemos en el tiempo podemos encontrar que al menos desde el siglo XVI existían ideas y propuestas similares. Dicho esto, posiblemente es ahora, en la última década, cuando más se ha hablado de una propuesta que casi siempre se percibe como una especie de fantasía política inalcanzable. ¿Es realmente posible o factible?

Primero fue la pandemia la que le dio un nuevo impulso a la idea. Cuando la mayor parte del planeta estuvo encerrada en su casa en el experimento social por accidente más grande de los últimos 100 años, muchos empezaron a cuestionarse lo mismo. Una crisis sanitaria de semejante calibre, tan imposible de predecir y que generó tantas pérdidas financieras e incertidumbre, puede volver a ocurrir. Esto, sumado a que los “paquetes de estímulo” de los gobiernos no lograron satisfacer las necesidades de millones de personas, dio pie a que los defensores argumentaran, no sin razón, que los ciudadanos, quizás, necesitarán algún tipo de ingreso garantizado ante un futuro incierto.

Foto: Steven Depolo/Dominio público

La pandemia pasó y el mundo comenzó a funcionar de nuevo lentamente, pero casi sin tiempo a degustar la vuelta a la rutina, se iniciaron nuevas guerras, nuevas crisis y, sorpresa, apareció un nuevo actor que no para de asombrar: el desarrollo sorprendente de la tecnología, marcada por la IA, que augura un futuro desconcertante y, en todo caso, diferente, para miles de trabajos actuales.

De ahí las palabras de Musk, aunque con un matiz. Musk no predice que la IA no nos robará los empleos, sino que los quitará y nos mejorará a todos con un ingreso alto universal impulsado por la IA. Las palabras del magnate vienen a sumarse a otras voces defensores de la RBU como Mark Zuckerberg o Sam Altmann, curiosamente, o quizás no tanto, todos multimillonarios tecnológicos que precisamente están impulsando el desarrollo de la inteligencia artificial.

Sea como fuere, y dejando de lado las palabras de Musk, lo cierto es que en los últimos años se han dado una gran cantidad de pruebas experimentales de RBU, y sus resultados siempre han sido bastante similares. Veamos los casos, algunos financiados por gobiernos, otros por donantes privados:

Pruebas de RBU en el mundo

El primero en la lista no puede ser otro que el iniciado en Kenia, el experimento de RBU más grande y de mayor duración del mundo lanzado en 2016 a través de la organización benéfica GiveDirectly. Hablamos de una iniciativa para llevar 30 millones de dólares a miles de personas en toda África a través de pagos a más de 20.000 personas repartidas en 245 aldeas rurales. Como parte del ensayo controlado aleatorio los destinatarios reciben aproximadamente 50 dólares al mes por adulto, entregados mensualmente durante 12 años. No ha concluido, pero por lo pronto, las transferencias de efectivo han estimulado la economía y beneficiaron no sólo a los propios receptores sino también a la gente de las aldeas cercanas.

Además, un informe publicado recientemente mostró unos resultados iniciales donde encontraron que la dispersión incondicional de efectivo no “desincentivó el trabajo” sino que, por el contrario, hizo que los participantes fueran más resilientes económicamente y más emprendedores. El informe completo sobre los hallazgos iniciales del experimento concluye que las comunidades que recibieron la RBU experimentaron una expansión económica sustancial (más empresas, mayores ingresos, costes e ingresos netos) y cambios estructurales, con la expansión concentrada en el sector no agrícola. “La oferta laboral no cambió en general, sino que pasó del empleo asalariado al empleo por cuenta propia”, zanjaba.

De Kenia pasamos a otro enclave que quizás sorprenda: Irán. En el año 2011, el país puso en marcha un programa nacional de transferencias de efectivo incondicionales para compensar la eliminación gradual de los subsidios al pan, el agua, la electricidad, la calefacción y el combustible. El gobierno entregó pagos mensuales considerables a cada familia: en promedio, el 29 por ciento del ingreso familiar medio. El programa se paró cuando algunos iraníes llegaron a creer que desincentivaba a la gente a trabajar, sin embargo, los economistas descubrieron que “el programa no afectó la oferta laboral de manera apreciable”. Hoy, el programa todavía está en ejecución y es el único de este tipo en el mundo que se ejecuta a nivel nacional.

De Irán pasamos a Alaska, donde desde 1982 tienen uno de los programas de renta básica más antiguos y exitosos del mundo. El Estado ha dado a cada ciudadano un cheque anual sólo por estar vivo, eliminando efectivamente la pobreza extrema. En este caso, hablamos de una cantidad que puede oscilar entre unos 2.000 dólares por persona cuando los precios del petróleo son altos y 1.000 dólares en años de gas más barato, y proviene del Fondo Permanente de Alaska, un fondo de inversión de propiedad estatal financiado con los ingresos del petróleo. Dicho de otra forma, esta renta es posible dividiendo un cierto porcentaje de los ingresos excedentes derivados de uno de los recursos más vitales de Alaska: sus reservas de petróleo y gas.

Una investigación para averiguar si el pago estaba llevando a la gente a trabajar menos descubrió que “el dividendo no tuvo ningún efecto sobre el empleo” en general (al parecer, ha tenido un efecto sobre la fertilidad, alentando a las familias a tener más hijos).

De Alaska a Brasil. Aquí, de 2008 a 2014, una organización brasileña sin fines de lucro llamada Instituto ReCivitas administró un ingreso básico (financiado por donantes privados) en el pueblo de Quatinga Velho. Cien residentes recibieron 30 reales (unos 8 euros) al mes. En 2020, alrededor de 52.000 personas en la ciudad brasileña de Maricá recibieron un ingreso básico bajo un nuevo programa llamado Renda Basica de Cidadania (Renta Básica de los Ciudadanos). Cada uno recibió 130 reales por mes (alrededor de 35 dólares), lo que ayudó a muchos a superar el umbral de pobreza. Debido a que el dinero proviene del presupuesto de la ciudad, principalmente de regalías petroleras, el programa tiene el potencial de mantenerse por mucho tiempo, y actualmente no tiene fecha de finalización.

Si nos centramos en Estados Unidos, lo cierto es que el primero que habló de una RBU fue Nixon en 1969, cuando se puso a prueba en un pequeño número de comunidades. El programa se diseñó para ofrecer un pago continuo e incondicional a las familias trabajadoras para ayudarlas con sus necesidades básicas. Los estudios posteriores encontraron que el experimento no generó “pereza” a la hora de buscar trabajo. Nixon vio un filón con los resultados e intentó llevar una RBU nacional, pero el programa no llegó a convertirse en realidad.

Pasamos a la ciudad de Stokton, California, donde se inició un experimento de RBU en 2019 que, según todas las fuentes disponibles, fue un gran éxito. El programa SEED, como se le llama, repartió sumas mensuales incondicionales de 500 dólares a 125 participantes de bajos ingresos durante dos años. Un análisis posterior del programa demostró que ayudó a mejorar la experiencia de vida de las personas involucradas, quienes se sintieron “más saludables, mostrando menos depresión y ansiedad y mayor bienestar” que las personas que no habían recibido los fondos.

No solo eso. El análisis también mostró que el dinero extra se utilizó para pagar las necesidades básicas. Los beneficiarios gastaron el dinero principalmente en alimentos, así como en ropa, cuidado del automóvil, servicios públicos, seguros y gastos médicos. Al programa de Stockton se le atribuye haber inspirado otros programas piloto similares en otras ciudades, particularmente en California.

Sin salir del estado, y como contamos en Ludd hace unas semanas, en el condado de Los Ángeles y el área de la Bahía de San Francisco iniciaron otro programa similar. Sin preguntas de por medio, a un centenar de personas sin hogar se les empezó a dar 750 dólares al mes durante 12 meses. Los resultados de los primeros seis meses mostraron que aquellos que recibieron el montante mensual tenían menos probabilidades de informar que no tenían refugio y dijeron que estaban más cerca de tener suficiente dinero para satisfacer todas sus necesidades básicas en comparación con un grupo de control de personas que accedieron a los servicios habituales para personas sin hogar. 

Foto: Dominio Público

Según la Universidad del Sur de California, también encontraron que aquellos que recibieron esta renta mensual reportaron gastar la proporción más alta, 36,6%, en alimentos en esos primeros seis meses. En promedio, los participantes informaron gastar casi el 20% en vivienda, 12,7% en transporte, 11,5% en ropa, 6,2% en atención médica y 13,6% en otros gastos que no estaban clasificados, según el estudio.

Además de estos casos, durante el pico de la pandemia de covid-19, hasta 20 ciudades diferentes de Estados Unidos lanzaron programas piloto de renta básica para reforzar los ingresos en una época en la que la pérdida de empleos y las recesiones económicas fueron la tónica general. Los programas entregaron hasta 1.000 dólares al mes a los beneficiarios, normalmente durante un año completo. Los datos sobre los proyectos fueron recopilados por el Laboratorio de Ingresos Básicos de Stanford, que compiló un informe que mostró que los pilotos habían ayudado a familias de ingresos bajos y medios a satisfacer sus necesidades esenciales.

Pasamos a India, donde entre 2011 y 2012, un proyecto piloto en el estado de Madhya Pradesh proporcionó una renta básica a unos 6.000 indios. El proyecto, coordinado por la Asociación de Trabajadores Autónomos y financiado por Unicef, incluyó dos estudios.

En el primero, cada hombre, mujer y niño de ocho aldeas recibió un pago mensual: 200 rupias para los adultos y 100 rupias por cada niño (pagado al tutor). Después de un año, los pagos aumentaron a 300 y 150 rupias, respectivamente. Mientras tanto, 12 aldeas similares no recibieron ingresos básicos y actuaron como grupo de control. En el segundo estudio, una aldea tribal recibió un ingreso de 300 rupias por adulto y 150 rupias por niño durante todo el ensayo. Otra aldea tribal actuó como control. Los resultados mostraron que el ingreso básico permitió mejorar el saneamiento, la nutrición y la asistencia escolar.

Cruzamos el charco y volvemos a Europa, más concretamente a Finlandia. En 2017, el gobierno decidió ver qué pasaría si elegía al azar a 2.000 ciudadanos desempleados y les entregaba un cheque de 560 euros cada mes durante dos años. A los participantes se les aseguró que seguirían recibiendo el dinero si conseguían un trabajo. 

¿Qué ocurrió? Los ingresos no les ayudaron a conseguir trabajo, o al menos de forma notable, pero sí los hicieron sentir más felices y menos estresados. Los beneficiarios también informaron que sentían más confianza hacia otras personas e instituciones sociales (desde los partidos políticos hasta la policía y los tribunales) que antes de recibir un ingreso básico. 

Llegamos a España, donde en 2017 comenzó el experimento “B-MINCOME” ofreciendo un ingreso mínimo garantizado a 1.000 hogares seleccionados al azar de algunos de los barrios más pobres de Barcelona. Según el ensayo controlado aleatorio de dos años, los hogares podrían recibir hasta 1.675 euros al mes. También hubo un grupo de control de 383 hogares. 

Este experimento dividió a los hogares en cuatro “modalidades” de participación: condicional (obtienes el dinero, pero tienes que participar en ciertos programas sociales), incondicional (obtienes el dinero sin condiciones), limitada (si obtienes ingresos extra a través del trabajo, que reduce la cantidad de efectivo que recibes), y no limitado (los ingresos adicionales no reducen la cantidad de efectivo).

Los resultados finales fueron mixtos, ya que mostraron que los efectos variaron un poco dependiendo de las diferentes modalidades. En general, la renta básica aumentó la satisfacción con la vida y la salud mental, al tiempo que hizo que los participantes no tuvieran ni más ni menos probabilidades de encontrar empleo.

Imagen: Dominio Público.

Por último, en Alemania se han dado varios programas en los últimos años. En 2014, la organización sin fines de lucro Mein Grundeinkommen utilizó el crowdfunding para organizar un sorteo de renta básica. A finales de 2019, había otorgado casi 500 ingresos básicos a personas de todo el mundo que habían presentado sus nombres. Cada uno recibió alrededor de 1.000 euros por mes durante un año. El 80 por ciento de los beneficiarios dijo que los ingresos los hicieron menos ansiosos, más de la mitad dijo que les permitió continuar su educación y el 35 por ciento dijo que ahora se sienten más motivados en el trabajo.

Además, y como en Estados Unidos, en el contexto de la pandemia Alemania inició un nuevo experimento de renta básica: 120 alemanes reciben 1.200 euros cada mes durante tres años. Completarán cuestionarios sobre cómo el beneficio en efectivo está afectando su bienestar emocional, su vida personal en el hogar y su vida laboral. Luego, sus respuestas se compararán con las respuestas de un grupo de control de 1.380 personas que no reciben un ingreso básico. El Instituto Alemán de Investigación Económica está realizando el estudio y está financiado por 140.000 donaciones privadas recaudadas por Mein Grundeinkommen.

Futuro, automatización y RBU

En los últimos 20 años se han dado muchos otros programas, todos más o menos parecidos, y todos con resultados similares, casi siempre favorables a su implantación. Ensayos a pequeña escala necesarios para los gobiernos que quieran tener una idea clara de cuáles serían los efectos antes de empezar una eventual “RBU” de miles de millones o billones de euros de las arcas.

Imagen: Dominio Público

Los defensores de la renta básica argumentan que es la mejor manera de acabar con la pobreza, o que ayudará a la sociedad a afrontar la próxima era de desempleo inducido por la automatización y las IAs. Y lo cierto es que la evidencia hasta ahora sugiere que obtener un ingreso básico tiende a aumentar la felicidad, la salud, la asistencia a la escuela o la confianza en las instituciones sociales, al tiempo que reduce la delincuencia.

Por el contrario, los críticos ven en la RBU una preocupación que desincentive el trabajo, privando a las economías de la productividad y al propio trabajador del significado que el trabajo puede aportarle. También dicen que estos “recargos” estatales podrían ser una excusa para ofrecer salarios más bajos, para subir los impuestos, socavar la capacidad de negociación colectiva de los sindicatos, promover la ociosidad intergeneracional y, en definitiva, costar a los estados dinero que no pueden permitirse.

Si bien la llegada de la IA pone en duda el futuro que nos espera, nada es seguro. Como ocurrió con revoluciones industriales anteriores, la mecanización puede, a su manera, conducir a más trabajo humano en lugar de menos. Es posible que aparezcan nuevos empleos, como ocurrió en el pasado.

El tiempo dirá hacia qué lado de la balanza acabará cayendo todo. Mientras, los gobiernos harían bien en seguir recabando información sobre los programas de RBU con el fin de planificar la eventualidad de que una mayor automatización tenga el potencial de crear una subclase creciente, inquieta, infeliz y desempleada si los robots dejan a los trabajadores sin empleo y, quizás lo más importante, sin ingresos. 

Una respuesta a «Renta Básica Universal frente a los desafíos de la automatización y la IA: radiografía de un ingreso que siempre que se ha intentado, ha funcionado»

  1. Es normal que la RBU funcione, cuando uno piensa en crear un sistema economico o en hacer un sistema de reparto de cualquier tipo, es el unico punto neutro por donde crear la demanda. Es decir, el unico punto neutro para crear o repartir el dinero que minimiza la generacion de corrupcion, clientelismo y que es una excelente forma de manter una sana parte monetaria basica de la economia siempre bien distribuida entre toda la poblacion (siempre y cuando, ese reparto sea entre todos a partes iguales y sin excluir a nadie). Y a partir de la RBU como base, es que se construye todo lo demas del sistema economico.

    El trabajo siempre ha sido algo opcional y cada vez es mas opcional, de hecho con el incremento en ciencia/tecnologia se esta generando una sobreabundancia de bienes y servicios utiles sin intervencion humana tal, que ya acaban siendo desechados o destruidos (a pesar de mucha gente les venga bien comprarlos, si no tienes dinero para adquirirlos pues te quedas sin ellos y el bien/servicio tarde o temprano se desecha o destruye [por ejemplo, si hay comida pero no dinero, la comida se pudre sin vender y tu te mueres no comiendo y nadie te va a contratar para hacer nada porque los clientes no tienen dinero, incluso a pesar de vivir en una sobreabundancia de produccion de comida]).

    Por otro lado cuando no hay RBU, en el plano economico eres el equivalente “sin papeles” en “tu propio pais” (ese en el que se supone que todo lo publico es tuyo a partes iguales con los demas, incluido el dinero publico que ya desde los inicios deberia estarse retribuyendo con la RBU, pero casualmente no se te esta dando ni una parte basica de lo que legitimamente es tuyo y en lugar de eso dandote algunas peregrinas excusas baratas de mal pagador [para sisarte sin retorno real, todo el dinero en efectivo proporcional que te correspondia por derecho]).

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