Hay un reducido número de personas en el planeta que viven emociones como las que vamos a ver en un vídeo. Cientos de investigadores dedican gran parte de su vida a darle sentido a sus trabajos, en muchos casos, sin el resultado esperado. También hay quien da con resultados mixtos, o quién consigue darle luz a sus esfuerzos (al menos en parte) o, los menos, aquellos que consiguen capturar encuentros insólitos para la posteridad. En 2022, unos científicos dieron con un ave perdida para la ciencia durante 140 años.

De aquel esfuerzo salieron varios trabajos científicos que ya forman parte de nuestra historia. Hablamos del faisán de nuca negra, un tipo de paloma grande que solo vive en una isla, y que fue documentada por científicos por primera vez desde su descubrimiento en 1882, y capturada por una cámara por primera vez.

Al parecer, durante un mes, los investigadores habían atravesado crestas montañosas, cruzado y vuelto a cruzar ríos a través de cañones cubiertos de bosques tropicales, soportado mosquitos y sanguijuelas sedientos de sangre, todo en busca de algo que probablemente no existía. De hecho, sólo les quedaban unas horas de búsqueda antes de tener que abandonar la isla Fergusson, frente a la costa este de Papúa Nueva Guinea. 

Foto:  Doka Nason/American Bird Conservancy.

El colíder de la expedición, Jordan Boersma, calculó que sus posibilidades de éxito eran inferiores al 1 por ciento.  Según contó entonces el biólogo conservacionista y codirector de la expedición, Jason Gregg:

Llegamos a las aldeas en la ladera occidental del monte Kilkerran, el pico más alto de la isla. Allí comenzamos a encontrarnos con cazadores que habían visto y oído a la paloma faisán. Un local en particular ofreció una pista prometedora, diciendo haber visto la paloma-faisán varias veces en un área con crestas y valles empinados y describió haber escuchado los distintivos cantos del ave.

Finalmente, en el pueblo de Duda Ununa, uno de esos cazadores llamado Augustin Gregory le dijo al equipo dónde había visto exactamente al pájaro. Describió un canto que coincidía con el de otras especies de palomas faisanes de Nueva Guinea, que no viven en Fergusson.

Les mostró un área en altitud cubierta de espesa vegetación donde sus cámaras trampa activadas por movimiento probablemente podrían capturar al esquivo pájaro. El biólogo local, Doka Nason, que creció en Papúa Nueva Guinea, cerca de Fergusson, y a quien Boersma describe en el trabajo como “el biólogo de campo más impresionante con el que he trabajado”, seleccionó un lugar e instaló la cámara. 

Y entonces, magia. 

Veamos aquel histórico vídeo del encuentro:

Con todo, hubo una secuencia posterior que mucha gente se perdió. En ella se muestra la reacción de los científicos, una que, si cabe, es más especial por el contexto de lo que acababa de ocurrir. Ese minuto de incredulidad y felicidad plena por lograr el sueño de tantos años, de haber conseguido lo imposible hasta hacía unos minutos antes. En definitiva, de estar en un momento y un lugar que se produce muy pocas veces en la vida. 

No ocurrió al instante de capturar el ave. Al parecer, unos días después, cuando tuvieron tiempo de revisar lo que las trampas habían capturado, el equipo se dio cuenta de que otra cámara había grabado el video de la paloma faisán.

Les dejamos con la maravillosa secuencia:

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