Hay un buen número de estudiantes en Estados Unidos que sueñan con ir a Harvard, algo que, siendo europeos (imagino que pasa en otros lugares del planeta), muchos no acaban de entender. Dicho esto, hay una razón de peso: tener un título de la famosa universidad abre muchísimas puertas profesionales. De alguna forma, te aseguras cierto futuro. Por eso, desde tiempos inmemoriales se ha repetido entre los aspirantes la misma obsesión por alcanzar esa especie de título nobiliario, la carta certificada que te abre o cierra las puertas a la “aristocracia” académica. Por todo ello también, la historia de la carta de rechazo de un estudiante rechazando la carta de rechazo de Harvard es tan insólita. 

Paul Josiah Devlin es un documentalista y realizador independiente de Estados Unidos. Ha trabajado también como editor de vídeo y en varias cadenas deportivas del país. También ha ganado hasta siete premios Emmy. Y sí, también fue el protagonista de esta historia, y si no fuera un tipo con talento, podría haber terminado siendo, simplemente, el famoso estudiante de la carta rechazada de Harvard.

Imagen: Andos_pics/Flickr

La historia, como él mismo contó en una entrada de blog hace varios años, se remonta a comienzos de la década de 1980, en el momento en que estaba “aplicando” como estudiante para entrar en la Universidad de Harvard. La respuesta de la prestigiosa universidad finalmente llegó, pero desafortunadamente le rechazaban el acceso a la misma.

Sin embargo, Devlin se percató de un dato que no le resultó menor tratándose de la institución que era. “Me di cuenta de que la carta de rechazo que recibí de Harvard tenía un error gramatical“, explicaba Devlin. “Entonces, les respondí con una carta, rechazando su carta de rechazo”.

Esta fue la certera respuesta del por aquel joven estudiante Paul Devlin:

Habiendo revisado las numerosas cartas de rechazo que he recibido en las últimas semanas, lamento mucho tener que informarles que no puedo aceptar su negativa en este momento.

Este año, después de postularme para muchos colegios y universidades, recibí una cosecha especialmente buena de cartas de rechazo. Lamentablemente, el número de rechazos que puedo aceptar es limitado.

Cada uno de mis rechazos fue revisado cuidadosamente y de forma individual. Se tuvieron en cuenta muchos factores: el tamaño de la institución, la proporción de estudiantes por docente, la ubicación, la reputación, los costes y el ambiente social.

Estoy seguro de que la mayoría de las universidades a las que postulé están más que calificadas para rechazarme. También estoy seguro de que se cometieron algunos errores al rechazar algunos de estos rechazos. Sólo puedo esperar que fueran pocos.

Soy consciente de la profunda decepción que puede acarrear mi decisión. A lo largo de mis deliberaciones, he tenido presente el tiempo y el esfuerzo que le pudo haber llevado llegar a la decisión de rechazarme.

Tenga en cuenta que a veces fue necesario para mí rechazar incluso aquellas cartas de rechazo que normalmente habrían cumplido con mis estándares tradicionalmente altos.

Aprecio que tengan el suficiente interés en mí como para rechazar mi solicitud. Permítanme aprovechar la oportunidad para desearles lo mejor en lo que estoy seguro será un año académico exitoso.

¡NOS VEMOS EN OTOÑO!

Atentamente,

Paul Devlin

Solicitante en general

Al parecer, cuando la madre del estudiante vio la carta enviada por su hijo quiso hacerla pública. Por entonces, y como decíamos al comienzo, ya existía esa obsesión de miles de estudiantes por entrar a las universidades consideradas como “élites”. Su madre “envió una copia de esta carta al New York Times y fue publicada en la sección de Nueva Jersey el 31 de mayo de 1981”.

Artículo del Times con la carta en 1996

Quince años después, en 1996, el New York Times volvía a sacar el tema de Harvard y los estudiantes cuando publicó un artículo de portadasobre el trauma que estaban experimentando los estudiantes al ser rechazados en las universidades”. Una vez más, la madre, orgullosa de su hijo, aprovechó la oportunidad para enviar la carta al Paper of Record.

Ironías de la vida, resulta que la carta de Devlin ya había llegado hasta allí. No solo eso. Hacía tiempo que se había vuelto famosa entre los estudiantes. Como él mismo explicó:

El New York Times me había acusado de plagio. Cuando descubrieron que yo era el autor original y que, sin saberlo, se habían reimpreso, no se sintieron muy contentos. Pero mi madre insiste en que era importante reimprimir el artículo porque claramente el tema todavía era relevante.

La carta en sí es un momento divertido y distendido con un trasfondo social de fondo. Los temores, miedos y las crisis de miles de estudiantes por lograr el ansiado acceso a las universidades que les puedan potencialmente servir de trampolín para vivir de su profesión, son iguales ahora que hace 30 años. Si se quiere también, la carta de Levin, un tipo que ha demostrado con creces su valía profesional, es una demostración de que acceder o no a esas “instituciones” no son sinónimo de absolutamente nada. 

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