Vaya por delante de las imágenes y vídeos que vamos a mostrar a continuación que han pasado más de 50 años, medio siglo. Como ocurre muchas veces en la historia reciente, lo que hace no tanto parecía el remedio contra algo, hoy es poco menos que un atentado al sentido común. Sea como fuere, a finales de la década de 1940 y durante 1950 y 1960, era bastante común en Estados Unidos la llegada de camiones que circulaban por las calles rociando el pesticida (diclorodifeniltricloroetano). Y tras los camiones, decenas de niños persiguiéndolos para jugar con la espesa niebla que se creaba. Esta fue su historia a través de imágenes y vídeos de la época.

Con los pesticidas ocurre como con la mayoría de productos químicos: pueden tardar años en revelar el alcance de su poder destructivo y, por eso, durante décadas, los científicos han estado reconstruyendo (estudio tras estudio) las razones por las que el DDT todavía nos persigue hoy en día.

En 1948, los niños juegan en medio de una niebla de DDT que queda tras un camión fumigador de pesticidas.
Imagen: G. Silk

Primero fue el cáncer de mama en mujeres que estuvieron expuestas a esta sustancia química que altera las hormonas en las décadas de 1950 y 1960. Luego sus hijas, que habían quedado expuestas en el útero. A lo largo de los años, los investigadores también han relacionado la exposición al DDT con la obesidad, los defectos de nacimiento, la fertilidad reducida o incluso el cáncer testicular en los hijos.

Producto comercial concentrado que contiene un 50% de DDT, alrededor de los años 60.
Foto: Dominio Público

Hace tres años, un equipo de toxicólogos, biólogos moleculares y epidemiólogos de UC Davis y el Instituto de Salud Pública de Oakland confirmaron por primera vez que las nietas de mujeres que estuvieron expuestas al DDT durante el embarazo también sufrían importantes amenazas para la salud: mayores tasas de obesidad y Períodos menstruales que comienzan antes de los 11 años.

Producto comercial de Ciba-Geigy Néocide (caja de polvo, 50 g) que contiene 10% de DDT, fabricado en Francia.
Foto: Dominio Público.

Ambos factores, contaban los científicos, pueden poner a estas mujeres jóvenes en mayor riesgo de cáncer de mama, así como de presión arterial alta, diabetes y otras enfermedades.

Un avión rociando DDT sobre el condado de Baker, Oregón, como parte de un proyecto de control del gusano de las yemas del abeto, 1955.
Foto: Dominio Público.

En 2020, LA Times contó que el mayor fabricante de DDT de Estados Unidos alguna vez arrojó hasta medio millón de barriles de sus desechos en las profundidades del océano. El problema de este pesticida, prohibido en el país desde 1972, es que es tan estable que continúa envenenando el medio ambiente y ascendiendo en la cadena alimentaria. De hecho, todavía se están acumulando cantidades significativas de compuestos relacionados con el DDT en los delfines del sur de California, y un estudio vinculó la presencia de estos químicos persistentes con un cáncer agresivo en los leones marinos.

DGT a los militares para controlar posibles brotes.
Foto: dominio Público.

Pero como decíamos, desgraciadamente esta información no se tenía hace más de medio siglo. El DDT fue el más conocido de varios pesticidas que contienen cloro utilizados en las décadas de 1940 y 1950. Durante este tiempo, el uso del mismo fue impulsado para proteger a los soldados estadounidenses de enfermedades en áreas tropicales. Tanto los científicos británicos como los estadounidenses esperaban usarlo para controlar la propagación de la malaria, el tifus, la disentería y la fiebre tifoidea entre los soldados extranjeros. 

1943. Fumigación del interior de casas italianas con 10% de DDT y queroseno para el control de la malaria.
Foto: Dominio Público.

Debido a la potencia del DDT, no pasó mucho tiempo antes de que la Junta de Producción de Guerra de Estados Unidos lo incluyera en las listas de suministros militares en 1942 y 1943 y alentara su producción para uso en el extranjero.

El entusiasmo por el DDT se hizo evidente a través de las campañas publicitarias del gobierno estadounidense con carteles que mostraban a estadounidenses luchando contra las potencias y los insectos y a través de publicaciones en los medios que celebraban sus usos militares. 

Si bien las propiedades químicas e insecticidas del DDT fueron factores importantes, los avances en el equipo de aplicación, junto con una organización competente y suficiente mano de obra, también fueron cruciales para el éxito de estos programas.

En 1945, el DDT se puso a disposición de los agricultores como insecticida agrícola y desempeñó un papel en la eliminación de la malaria en Europa y América del Norte. A pesar de las preocupaciones que surgían en la comunidad científica y la falta de investigación, la FDA consideró seguro hasta 7 partes por millón en los alimentos. De hecho, había un gran incentivo económico por llevar el DDT al mercado y venderlo a agricultores, gobiernos e individuos para controlar enfermedades y aumentar la producción de alimentos.

De ahí saltó a las temerarias imágenes y vídeos que se conservan, todas como parte de campañas de ciudades contras los mosquitos que propagaban la polio. En los vídeos y clips que vemos aparecen grupos de niños y personas siendo rociadas con DDT, el pesticida se rocía en los jardines, sobre los nadadores en una piscina o alrededor de los comensales que comen alrededor de la mesa. 

Hay camiones y aviones que dispensan diclorodifeniltricloroetano por gran parte del mapa estadounidense, un vistazo al pasado que da una idea de la falta de normas de salud y seguridad a mediados del siglo XX. 

El DDT se volvió frecuente en Estados Unidos alrededor de 1943 en adelante, ya que muchos lo consideraban una cura milagrosa para la polio. Entre 1946 y 1962 se rociaron en todo el país la sorprendente cantidad de 1.340 millones de toneladas de esta sustancia química. Su impacto en el medio ambiente fue significativo, llegando al suministro de alimentos y causando problemas neurológicos en ganado como las vacas.

Imagen: Dominio Público.

En 1972, la Agencia de Protección Ambiental prohibió el producto químico debido a sus efectos ambientales adversos y, desde entonces, está clasificado como probable carcinógeno humano. El Convenio de Estocolmo prohíbe el DDT para todos los usos, salvo los intentos de detener la propagación de la malaria.

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