Los últimos minutos de una guerra, cualquiera, probablemente son los más incomprensibles dentro de un conflicto bélico. En la Primera Guerra Mundial, ambos bandos sabían desde hacía horas que el alto el fuego comenzaría a las 11 a.m. del día 11 del mes 11 de 1918, pero cientos de hombres siguieron cayendo esa mañana. Con el reloj marcando el último minuto de una contienda que había durado cuatro años y había matado a millones de personas, el sonido brutal de las balas seguía escuchándose. Este fue el viaje sonoro de esos últimos segundos.

Lo que vamos a escuchar a continuación es la reconstrucción sonora del final de la Primera Guerra Mundial en la zona de combate. Por supuesto, en un contexto como la guerra, hablar de los últimos segundos está abierto a mil interpretaciones, pero atendiendo a la hora que los líderes políticos decidieron que se pondría fin a la contienda, este fue el momento en que se pasó del fuego a un abrupto y cortante silencio. Veamos el sonido del final del conflicto bélico:

Contaban los historiadores que cuando faltaban apenas dos minutos, el soldado canadiense George Lawrence Price recibió un disparo de un francotirador alemán cerca de Mons, en el sur de Bélgica. Tenía 25 años. A 250 kilómetros del cuerpo caído de Lawrence, en el frente occidental de Francia, un soldado estadounidense, Henry Nicolas Gunther, por razones aún difíciles de explicar, se iba a convertir en la última “muerte” de la guerra. Nunca sabremos si fue la última de verdad, pero sí fue el fallecido en combate simbólico de muchos libros de historia.

Prisioneros de guerra alemanes capturados cerca de Amiens a finales de agosto de 1918.
Foto: Dominio Público.

Al parecer, Gunther irrumpió en un puesto alemán cuando faltaba sólo un minuto para el armisticio. Contra las órdenes de los altos mando, colocó su bayoneta y cargó contra una barricada alemana fortificada con ametralladoras. Sabiendo que el armisticio estaba a sólo unos segundos de entrar en vigor, los alemanes intentaron alejarlo. Sin embargo, Gunther continuó y disparó dos tiros más antes de que los alemanes se vieran obligados a soltar una ráfaga de fuego, una de las últimas de la guerra. Gunther murió al instante.

La llegada de los delegados del armisticio alemán, 1918.
Imagen: Dominio Público.

No hay justificación para las muertes en una guerra, pero las de los últimos instantes son, si cabe, más difíciles de entender. La falta de declaración de una tregua, incluso entre la firma de los documentos del Armisticio y su entrada en vigor “a la hora undécima del undécimo día del undécimo mes”, provocó que alrededor de 11.000 hombres más resultaran heridos o muertos, de hecho, fue una cifra mucho más grande de lo habitual, según las estadísticas militares.

Como explicó años más tarde el historiador estadounidense Alec Bennett:

El acto de Gunther se considera casi un símbolo de la inutilidad de una guerra mayor. Él fue el último estadounidense. Creo que pudo haber sido el último soldado de cualquier bando en morir en la Primera Guerra Mundial.

Cómo se grabó el sonido del final de la guerra

El sonido que escuchamos al comienzo del artículo fue posible gracias al esfuerzo del London’s Imperial War Museum. Por supuesto, no había grabadoras en aquellos tiempos. La cinta magnética aún no existía y la tecnología de grabación estaba en pañales y requería que el sonido se produjera mecánicamente utilizando una aguja y cera blanda o metal. Imaginar una de esas máquinas en el campo  de batalla era una utopía.

Sin embargo, en el frente sí que hubo gente grabando. ¿Cómo? Al parecer, las unidades especiales utilizaron una técnica llamada “sound ranging”, una técnica utilizada para intentar determinar de dónde provenían los disparos enemigos. 

Esquema de funcionamiento de la técnica.
Imagen: Dominio Público.

Para ello, los técnicos colocaban cadenas de micrófonos a cierta distancia entre sí, y luego usaban un pedazo de película fotográfica para registrar visualmente la intensidad del ruido. Con esto se conseguía un efecto similar a la forma en que un sismómetro registra un terremoto. Finalmente, con esos datos y el tiempo entre el momento en que se llevó a cabo un disparo y el momento en que impactó, podían triangular dónde estaba ubicada la artillería enemiga y ajustar sus propias armas en consecuencia. 

Esquema de funcionamiento de la técnica.
Imagen: Dominio Público.

Veamos en este vídeo explicativo su funcionamiento:

Precisamente, una parte de esa película haciendo uso de la técnica del sound ranging sobrevivió a la guerra: en particular, la película que registraba los últimos minutos de la Primera Guerra Mundial cuando los cañones finalmente se silenciaron en el río Mosela, en el frente estadounidense. Así fue como finalmente terminó hace unos años en una nueva exposición llamada Making a New World en el Museo Imperial de la Guerra de Londres, donde se utilizó las ondas sonoras gráficas para recrear el momento en que el Armisticio entró en vigor y las armas se bajaron.

Imagen: Dominio Público.

Para llevar a cabo el proceso de reconstrucción, el museo encargó a la productora de sonido Coda to Coda utilizar la tira de película de los cañones disparando a las 10:58 de la mañana el 11 de noviembre de 1918, y ese final donde se queda en silencio cuando el reloj marca las 11, el momento simbólico que los políticos determinaron que la guerra terminaría. Según la productora, la tira de película tenía seis líneas, una por cada micrófono utilizado. 

Los ingenieros de sonido investigaron los tipos de armas utilizadas por cada bando al final de la guerra y luego utilizaron la película para determinar el tamaño, la frecuencia y la distancia de las explosiones. No solo eso. Al observar imágenes del paisaje del frente, también descubrieron lo intensas que serían las reverberaciones de las explosiones.

Soldados estadounidenses del 64.º Regimiento, parte de la 7.ª División, celebran la noticia del Armisticio.
Foto: Dominio Público.

Finalmente, con toda la información recopilada, recrearon el sonido de los últimos minutos de la histórica batalla. Posiblemente, el más inútil y sin sentido dentro del desastre y la propia inutilidad que supone una guerra de varios años.

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