Si le dedicas el tiempo suficiente a investigar a través de los resultados de Google, verás que, por ejemplo, Disney se ha repetido hasta la extenuación esbozando las mismas figuras en diferentes largometrajes. Lo mismo ocurre con un grito muy famoso (en realidad es un efecto de sonido) que se reproduce en decenas de filmes de lo más variado. Su nombre: Wilhelm. Todos estos ejemplos nos sirven como entradilla a otro “truco” repetido que nos ha hecho creer que Nueva York está repleto de callejones. Como veremos, nada es lo que parece.

Antes de continuar, aclaramos. Hablamos específicamente de Manhattan, enclave donde tanto cine como series de televisión han repetido hasta la saciedad el mismo mantra: “Nueva York” como la ciudad de los callejones oscuros, sucios y peligrosos (lo cierto es que en el resto de la ciudad de Nueva York sí hay bastantes callejones).

El callejón de las películas

En Gotham, los padres de Bruce Wayne son asaltados y asesinados en un callejón de Manhattan. En la ochentera Crocodile Dundee hay una pelea callejera. La estupenda Boardwalk Empire de HBO no paró de rodar en esos callejones. Highlander, Men In Black, Nine ½ Weeks… incluso Gargamel visita uno de los “numerosos” callejones de Manhattan en la película de Los Pitufos.

La lista es interminable.

Sin embargo, lo cierto es que Manhattan no tiene ni por asomo ese número de callejones que nos muestran las producciones. Por eso, y debido a que la visión que se lleva a la pantalla no es realista, cuando una producción necesita un callejón de la ciudad de Nueva York con esas características, a menudo eligen una de las pocas opciones reales: Cortlandt Alley.

Cortlandt Alley.
Foto: Dominio Público

Se trata de un callejón ubicado en Chinatown, uno que recorre tres cuadras (entre las calles Canal y Franklin) y que presenta esas viejas contraventanas de las pelis, con escaleras de incendios oxidadas, muelles, graffitis en las paredes y puertas que parecen portales de la escena de un asesinato.

Que no cunda el pánico. Es más, se trata de un sitio muy recomendable de visita tanto si eres cinéfilo como si no, ya que, por ejemplo, una de las puertas conduce a un museo muy pequeño y otra fue un centro de entrenamiento de ping pong subterráneo hace unos años (es muy posible que haya mutado en otra cosa). Y sí, con ese estilo típico de Manhattan, otras simplemente conducen a apartamentos (de lujo).

Hace unos años lo contaba a Bloomberg Nick Carr, quién lleva 20 años trabajando como buscador de localizaciones cinematográficas en la ciudad de Nueva York. En la entrevista explicaba partes interesantes de la ciudad, áreas que han sido utilizadas (y sobreutilizadas) en películas y algunas de las formas en que el entorno construido de la ciudad ha cambiado con el tiempo.

En un momento de la misma, le preguntan si la mayoría de las películas no utilizan la ciudad de manera realista. Esta fue su genial respuesta:

Algunos lo hacen y otros no. Diría que he trabajado en más películas que quieren encontrar la versión imaginaria de Nueva York que la real. Lo más importante que siempre me piden que encuentre son callejones húmedos y ruinosos, y la ciudad de Nueva York tiene como cinco callejones que se ven así. Quizás cuatro. No puedes filmar en tres de ellos. Entonces, todo se reduce a que queda un callejón en Nueva York, Cortlandt Alley, en el que todos filman porque es el último lugar. Intento recalcarles a estos directores de manera educada que Nueva York no es una ciudad de callejones. Boston es una ciudad de callejones. Filadelfia tiene callejones. No conozco a nadie que utilice el “viejo atajo del callejón” para volver a casa. No existe aquí. Pero esa es la película que ves. Tu impresión de Nueva York es que es la ciudad de los callejones, y luego los directores vienen aquí, han visto películas ambientadas en Nueva York y quieren que sus películas tengan callejones. Y es esta versión ficticia de Nueva York que se perpetúa a sí misma lo que simplemente me mata porque las películas son mucho más interesantes cuando muestran un lado de Nueva York que realmente existe pero que no se destaca regularmente.

En cuanto a la historia de Cortlandt Alley, al parecer, el callejón en el vecindario Tribeca-Chinatown de Manhattan se remonta a 1817, cuando los terratenientes locales John Jay, Peter Jay Munro y Gurdon S. Mumford trazaron el carril angosto a través de propiedades entre Broadway y lo que sería Elm Street (que es ahora parte de Lafayette) y las calles White y Canal.

La sección entre Franklin y White se trazó en la década de 1820 y se encuentra 8 metros más al oeste que la sección original. El callejón lleva el nombre de la familia Van Cortlandt (al igual que el parque).

Esta familia fue una dinastía política influyente desde los orígenes holandeses de Nueva York en el siglo XVII durante su período como colonia inglesa, luego se convirtió en estado y hasta el siglo XIX.

Por cierto, como casi todo, hasta el callejón más “atractivo” del mundo cinematográfico está encontrando problemas para sobrevivir. El auge de los rascacielos de lujo cercanos ha modificado su entorno, por lo que requiere asistencia técnica extra para “borrarlos” del encuadre.

A pesar de ello, se mantiene en el cine porque, como aseguraba el propio Carr a The Hollywood Reporter, “hay cinco callejones cinematográficos en la ciudad de Nueva York (Broadway, Franklin Place, St. Jones y Staple Street), pero Cortlandt Alley tiene toda la basura necesaria, escaleras de incendios, enormes contraventanas viejas de hace décadas y, por supuesto, ratas. Cada vez que filmamos en el callejón, lo lavan a presión, ya que no queremos que la gente pise agujas hipodérmicas, y luego hay que ensuciarlo nuevamente. Irónicamente, tomamos algo que ya es perfecto y lo rehacemos para la versión cinematográfica”, zanja.

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