Hace unos días, Australia se convertía en noticia al descubrirse el ejemplar macho más grande de la araña más venenosa del mundo. Hércules, como se ha llamado, era una araña de embudo de nada menos que 7,9 centímetros, aproximadamente del mismo diámetro que una medalla de oro olímpica. El veneno de esta temible especie, catalogada como una de las tres más letales del planeta, podría convertirse, irónicamente, en todo un hallazgo para salvar miles de vidas humanas.
La araña embudo macho de Sydney (Atrax robustus) tiene uno de los venenos más tóxicos para los humanos de toda la familia arácnida. La razón se debe a que el veneno de las macho contiene una neurotoxina que afecta el sistema nervioso de los primates, incluidos los humanos. Sin embargo, aunque las hembras también son venenosas, su veneno no contiene esta neurotoxina. De hecho, solo las mordeduras de machos han causado muertes humanas.
Con esta información de base, el profesor Nathan Palpant y el profesor Glenn King, del Instituto de Biociencia Molecular de la Universidad de Queensland, han estado trabajando en los últimos años. Anteriormente, el equipo demostró cómo la molécula Hi1a del veneno de la araña bloquea los canales iónicos sensibles al ácido en el corazón, lo que a su vez previene los mensajes que desencadenan la muerte celular. No solo eso. También descubrieron que Hi1a podía proteger las células del cerebro, reduciendo significativamente el daño cerebral como resultado de un accidente cerebrovascular.
Lo último: acaban de publicar un estudio donde revelan que la molécula funcionó “tan bien como el fármaco cardioprotector de referencia, la cariporida, en todos los parámetros de la estructura y función de los órganos“. Esto supone un salto enorme para la ciencia médica, ya que no existen medicamentos de uso clínico que prevengan el daño celular causado por un ataque cardíaco.
Según ha explicado el propio Palpant:
Establecimos que Hi1a es tan eficaz para proteger el corazón como el único fármaco cardioprotector que llegó a la fase 3 de ensayos clínicos, un fármaco que finalmente fue archivado debido a efectos secundarios. Estas pruebas son un paso importante para ayudarnos a comprender cómo funcionaría Hi1a como terapéutico: en qué etapa de un ataque cardíaco podría usarse y cuáles deberían ser las dosis.
También es importante destacar que descubrimos que Hi1a sólo interactúa con las células de la zona lesionada del corazón durante un ataque y no se une a las regiones sanas del corazón, lo que reduce la posibilidad de efectos secundarios.
Para ello, el equipo de Palpant identificó el mecanismo de protección celular de Hi1a descubierto anteriormente hace dos años, aunque lo cierto es que han estado trabajando en el veneno de araña durante más de una década.
Al parecer, en su nuevo trabajo cuentan que la molécula proviene en particular del veneno de la araña embudo Hadronyche infensa, un especimen que cuenta con una población única en la isla K’gari, donde ha estado aislada frente a la costa continental durante unos 20.000 años. De hecho, esto es lo que ha permitido a la criatura tener una composición de veneno extremadamente letal y diferente a la del resto de su familia.
Siendo más específicos, su veneno contiene unas 3.000 moléculas peptídicas, aunque tan solo unas pocas son letales; el resto, como Hi1a, tiene a los investigadores atentos y en la búsqueda por descubrir su potencial médico. Además, la ciencia cuenta con un aliado para su estudio: se sabe que las arañas son reservadas y sus avistamientos son raros, pero la isla en cuestión a menudo cambia una densa cubierta forestal por un enclave de carácter más arenoso, lo que hace que sea mucho más fácil de rastrear para los investigadores.
Por todo ello, el estudio recientemente publicado en The European Heart Journal acerca al equipo a un lugar donde hasta hace poco solo se elucubraba. Glenn King, coautor del trabajo, fue precisamente el investigador que desarrolló los primeros insecticidas a base de veneno de araña del mundo, y cuenta que los resultados acercan al fármaco candidato un paso más hacia el ensayo clínico:
Nuestras pruebas y estudios de seguridad realizados por organizaciones independientes de investigación por contrato han proporcionado evidencia de que Hi1a podría ser una terapia eficaz y segura. Hi1a podría reducir el daño al corazón y al cerebro durante ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares al prevenir la muerte celular causada por la falta de oxígeno.
Si todo sale como el equipo espera, en poco tiempo podrían superar los ensayos de seguridad del fármaco candidato Hi1a y, lo que es más importante, la posibilidad potencial de salvar vidas relacionadas con enfermedades del corazón y accidentes cardiovasculares, “la mayoría de las muertes por enfermedades cardiovasculares son causadas por ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, pero no existen medicamentos en el mercado que prevengan el daño que causan, un fármaco eficaz para tratar los ataques cardíacos tendría un impacto mundial y proporcionaría un gran avance para mejorar las vidas de millones de personas que viven con enfermedades cardíacas“, zanjan.